Aprendiendo a relacionarse con los demás

Texto: Salmo 133

Que importante es tener un buen testimonio dentro y fuera de la iglesia, en el trabajo y en la familia. Ser un buen ejemplo de amor llama mucho la atención y es vital al momento de contarle a otros acerca de Dios y su misericordia. Dios te quiere mudar para que seas una nueva persona en Cristo pues el amor que ha depositado en ti, revoluciona los corazones.
No solo juntos, sino unidos
En el Salmo 133, el salmista nos habla de algo delicioso, que tiene que ver con las relaciones sanas. Pero que desagradable es ver cuando una familia se llena de contiendas, que doloroso es ver que los hermanos se pelean. Dios nos quiere enseñar el buen camino de estar juntos y también unidos, en el mismo lugar y con el mismo sentir.
En San Juan 17:23 Jesús hizo una oración hermosa donde dio mucha importancia a una perfecta unidad, de la armonía del amor. Esto sin duda, impacta al mundo de una manera inimaginable (como también llama mucho la atención cuando uno habla de amor y está lejos de vivir en unidad).
Dios espera que derramemos, en lo cotidiano, el amor que ha depositado en nuestros corazones. Tal como afirma en Romanos 8:5 solo depende de ti el soltarlo o tenerlo encerrado dentro tuyo. Si has nacido del espíritu, entonces debes vivir espiritualmente.
¿Es posible conocer verdaderamente a un Dios de amor y estar enojado con mi prójimo?
En 1 Juan 4: 7-21 el apóstol nos habla del amor fraternal (Fileos adelphos en griego) y de el fruto externo de lo que ocurre en nuestra relación con Dios. Simplemente debemos accionar lo que ya está en nosotros.
En San Juan 13:34-35 Jesús toca el tema para sentar un claro mandamiento: “que os améis unos a otros”. Este es el resultado de un discípulo de Cristo, que ama a sus personas cercanas. ¿Quiénes son nuestros prójimos? Son quienes viven cerca nuestro y con quienes tenemos contacto, como por ejemplo nuestra esposa, esposo, padres, hijos, familiares, vecinos, jefes, compañeros de trabajo, de estudio, hermanos en la fe, etc…
Para que nuestra vida sea revolucionada, es necesario que amemos. Simplemente que regalemos amor a quienes nos agradan y también a quienes no nos simpatizan tanto. En nuestra vida se debe reflejar la vida de Cristo, pues la fe sin obras es muerta.
La relación entre Cristo y la iglesia se puede representar en el amor conyugal
Una de las figuras tiene que ver con la relación de Jesús y su cuerpo, la iglesia; y en como ama el esposo a su amada. En Génesis 2 :18 la Palabra declara que Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él”. Fuimos creados para relacionarnos. Pero debemos elegir buenas amistades y cultivar relaciones sanas. Esto no es vivir en un mismo techo sino más bien buscar la armonía sincera.
En Efesios 4:1-3 encontraremos tres consejos para vivir en armonía:
1) La humildad: Esta nos ayuda a encontrar la voluntad de Dios también en las relaciones. El sabio no es quien responde mejor sino quien se humilla primero por amor y obediencia al Señor. Ese recibirá recompensa, no así con el altivo de corazón. La humildad nos lleva al perdón y a alejarnos de las raíces de amargura que tanto dañan el alma.
2) La mansedumbre: Es el dejar que los consejos de Dios me influencien. Jesús fue el máximo exponente en cuanto a mansedumbre, hasta el fin de su paso por esta tierra. Y justamente, mostrándonos el camino hacia la victoria eterna es que nos enseña: “Aprended de mí que soy manso y humilde”.
3) La paciencia: Es el dar lugar al perdón más que al juicio, a la misericordia más que a la discusión. El soportarnos unos a otros es un mandamiento que trae libertad, paz y armonía.
Para ello el amor natural no alcanza, sino que Dios ha enviado un amor sobrenatural, el cual no depende de nuestras ganas o fuerzas sino que depende del Señor. El camino es amar y ver a las personas tal como las ve Jesús, quien entregó lo más valioso que tenía por amor a mis amigos y a quienes no lo son tanto (todavía).
¡Dios es especialista en resucitar lo que uno considera muerto! No bajes los brazos! No condenes a nadie! Busca el don, el talento en cada uno y demuestra el amor que Dios ya ha depositado en tu corazón. Así como te ha perdonado, espera que lo hagas con los demás, se lo merezcan o no.. porque la bendición viene sobre el humilde y manso de espíritu! Tal como el sacerdote, el Espíritu Santo derramará su aceite santo para lubricar las relaciones y ayudarnos a perdonar y a soportar sinceramente. Comienza a sembrar en pequeñas actitudes pues Dios ve tu corazón. Y prepárate porque lo que Dios quiere hacer contigo ¡¡es mayor de lo que esperas!! (mensaje del pastor Claudio Freidzon)

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