Camino a la Herencia parte 1/2

Pastor Luis Alberto Núñez
apluisnunez@hotmail.com
Ministerio: Vino Nuevo

Muchas veces, y en diferentes circunstancias en la vida, nos hemos preguntado qué pasa con lo que nos ocurre, hasta dónde será que debamos atravesar cierto tipo de eventos… Creemos lo mejor, y aún deseamos más lo mejor para nosotros, pero al enfrentarnos con la supuesta realidad, surgen los interrogantes: Acaso no me dicen que Dios tiene una herencia para mí? ¿Es que no me pueden explicar porqué vivo estas cosas, si en verdad hay bendición para mi vida? Preguntas como estas, y muchas otras más tienen lugar, cuando no entendemos algunas cosas; más aún, si es que no conocemos a Jesucristo, y caminamos a la deriva en esta vida. Hay un pasaje en las Escrituras que puede hablarnos con claridad sobre estas cosas:

En el libro de Génesis, el libro de los orígenes, según nos cuenta el capítulo 15, luego de vivir diversas circunstanc ias, Abraham , quien entonces aún se llamaba “Abram”, le hizo una pregunta similar a Dios; él acababa de decirle “-No temas, Abram; yo soy tu Escudo, y tu galardón será sobremanera grande.” Podrás decir seguramente que con una promesa así, nadie estaría inquieto, verdad?
El punto es que cuando pasa la emoción, llega el momento en que volvemos a mirar lo que nos rodea con nuestros ojos naturales; ahí es donde Abram le responde a Dios, diciéndole:

“Señor Jehová, ¿Qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?” Aquí es donde todos nos parecemos, porque tarde o temprano llegan nuestros planteos al Señor. Te preguntaste en este tiempo qué pasa con tu herencia?

1 – “…Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa”. (Gn.15:3) Reconoce que ninguna descendencia de esclavitud puede disfrutar de tu herencia; es decir, Eliezer era a Abraham lo que es para tu vida todo aquello que forma parte de una naturaleza aún impregnada de resabios de esclavitud (del pecado obviamente)…pero es necesario detenernos un instante, no hablo de pecados supuestamente groseros, o escandalosos (según nuestra óptica humana), sino de “pequeños pecados”, como diría alguno. Sabes cuál es el problema? Que ante los ojos de Dios, la falta de perdón, o el rencor, que no son tan visibles como algunos vicios, o crímenes confesos, tienen exactamente la misma gravedad: El pecado no tiene tamaño, ni volumen, ni profundidad, no es una ecuación, ni una fórmula cuantitativa, sino nada más ni nada menos que transgresión de las leyes de Dios.
Uno de nuestros principales mentores en nuestros tiempos de Instituto Bíblico, Frank Banda, quien fluía bajo una unción profética, aunque no se reconocía tanto en su tiempo, solía decirnos que “un pecado oculto en la tierra, es un escándalo abierto en el cielo”. Llegas a entender que aquellas cosas que son invisibles al ojo y la percepción humana, como las mencionadas, y muchas otras (envidia, adulterio, fornicación, avaricia, etc.) son las más difíciles de desterrar de una naturaleza indómita que resiste palmo a palmo la posesión que anhela el Espíritu Santo en nuestras vidas.

2 – “Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste…” (Gn.15:4a).

Lo segundo que debes entender, es que ningún resultado de tu naturaleza, ni de tus deseos humanos serán los herederos; sólo aquello que es engendrado por el Espíritu, en tu vida interior, será firme candidato a la herencia. Hemos llegado ante la Cruz del Calvario, y entonces Dios nos entregó el maravilloso regalo de la vida eterna, puso un corazón nuevo dentro nuestro, se produjo el milagro del nuevo nacimiento, pero…Lo que nació de nuevo es tu espíritu, ahora debes comenzar el trabajo de reemplazar la vieja información en tu mente: Imposibilidad, fracaso, rencor, envidia, etc. Es tan simple y real como “formatear el disco rígido”, de forma tal que se pierdan todos los datos anteriores, de otra forma no podrás colocar la información de Dios ahí, y si algo puedes poner, será incompatible con lo viejo, y el resultado será que habrá permanentes conflictos internos. Jesús habló acerca de que el vino nuevo debía echarse en odres nuevos, y que no puedes romper un vestido nuevo para parchar uno viejo. Llega un tiempo donde deberás adoptar decisiones radicales, a fin de clarificar tu camino. Qué debo hacer entonces? - Ver Parte 2

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