EXAMEN de la fe de Abraham

Siempre leo con emoción estas líneas de la Biblia: “Probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo…” (Génesis 22:1-2).
¿Estas líneas justifican el sacrificio humano? ¡No! Toda la Biblia lo condena firmemente. En el caso de Abraham, Dios le dice claramente: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada…” (v. 12).

Entonces, ¿Cuál es el sentido de esa escena? Es un examen de la fe de Abraham, y también una imagen sorprendente de la cruz del Calvario. El Señor Jesús es el Hijo Unigénito, aquel a quien el Padre ama. Él fue el sacrificio, “el Cordero de Dios” (Juan 1:29).

La obediencia de Isaac evoca la de Jesús: “No lo que yo quiero, sino lo que tú” (Marcos 14:36). Pero en contraste con Isaac, quien simplemente se sometió, Jesús se presentó voluntariamente a Dios: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hebreos 10:9).

A diferencia de Isaac, quien no sabía lo que su padre iba a hacer, “Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó” (Juan 18:4). En contraste con el grito del ángel que detuvo la mano de Abraham, no se oyó ninguna voz para desviar el juicio que debía caer sobre el Hijo de Dios.

De forma simbólica, Isaac resucitó, pero Cristo resucitó verdaderamente, y nosotros nos beneficiamos de ello.

"No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único".
Génesis 22:12

"Sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro… sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo".

¡Qué prueba para Abraham! Dios le pedía que ofreciese a su hijo. Ponía a prueba su fe con vistas a fortalecerla. Abraham tenía plena fe en Dios y sabía que Dios podía resucitar a su hijo (Hebreos 11:19).

Algunos años antes Dios le había dado un hijo, Isaac, cuando él y su esposa eran demasiado viejos para procrear. Cuando Dios le pidió que ofreciese este hijo, Abraham no se detuvo en el don, por muy grande que fuese, sino que miró al Donante, al mismo Dios.

Abraham había creído en la promesa de Dios: tendría un hijo que sería el origen de una numerosa descendencia. ¡Y ahora que la promesa se había cumplido, que el hijo estaba ahí, tenía que renunciar a él y a su descendencia! Abraham no se rebeló, sino que lo aceptó por fe; y como recompensa, Dios lo satisfizo devolviéndole a su muy amado hijo. Si Abraham tuvo tanta confianza era porque sólo estaba apegado a Dios. Amaba a Isaac, pero la voluntad de Dios tenía el primer lugar en su corazón.
La fe de Abraham se manifestó por medio de su obediencia (Santiago 2:21). Nosotros también, si hemos declarado que creemos en el Señor Jesús, tarde o temprano tendremos que mostrar nuestra fe. A menudo las pruebas por las que pasamos tienen como único objetivo manifestar la realidad de nuestra fe.Reenvía este mensaje a tus contactos -> www.MensajesAlentadores.com | www.AvanzaPorMas.com (de la buena semilla, editora)

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