¿Cómo asegurar la vida eterna?



Leonardo murió en la mejor época de su carrera profesional. Tenía 25 años y unas enormes ganas de vivir. Respiraba optimismo por todos los poros. Su sonrisa demostraba el íntimo anhelo de abrir los ojos cada nuevo amanecer para disfrutar la creación de Dios y valorar cada segundo.

Pero la vida no le alcanzó. Falleció tras enfrentar una penosa enfermedad. Fueron tres años en los que convivió con la muerte, aquella que muchos temen y otros ignoran, como si jamás fuera a tocar a sus puertas.

Dejó huellas. Como actor y como presentador de televisión en Colombia, Leonardo Ramírez, marcó con entusiasmo a una nueva generación. Legó en ellos las marcas imborrables de la superación personal y la decisión indeclinable de no permitir que las adversidades le ganaran la batalla. Eso fue lo que le llevó a luchar a brazo partido por conservar el aliento en su ser.

Días antes de morir lo compartió con un círculo reducido de amigos: “Quiero que la imagen que recuerden de mi, es de la época en la que me encontraba bien”. Por eso se encerró en su habitación. No volvió a salir. Se guardó en si mismo. Tan solo tenía tiempo para Dios. Hasta el momento en que llegó la hora de partir para siempre.

Con él se fueron las esperanzas pero también los fines de semana en los que ---vestido como payaso-- iba hasta los hospitales donde recluían a los niños enfermos. Los hacía reír. Compartía sus sueños. Era una forma de ayudarles a superar el dolor, el mismo que le tornó insoportables las noches cuando su propio mal fue ganando terreno...

¿Le teme a la muerte?

Con frecuencia me escriben personas aterrorizadas ante la sola posibilidad de morir. La consideran una situación preocupante. “Estoy demasiado joven para partir a la eternidad”, me dijo una joven señora a quien visité en una sala para enfermos con padecimientos terminales.

Tiempo después y tras mirar que la muerte es un paso maravilloso a una presencia por siempre ante nuestro amoroso Padre celestial, exclamó: “Ahora comprendo que Dios no me espera con el ceño fruncido sino con los brazos abiertos para llevarme por siempre a un lugar maravilloso: el paraíso”. Ella comprendió que tener a Cristo morando en nuestro ser, es el pasaporte a una eternidad con Él.

¿Cuál es su perspectiva ante la muerte?¿Está preparado para partir a la eternidad? Estas dos preguntas son esenciales en la vida de todo ser humano, porque la muerte es un paso ineludible, temprano o tarde.

¿Dónde iremos tras la muerte?

Para quienes no tienen fe, la vida termina cuando mueren. Pero para quienes creen en Jesucristo, la partida es el comienzo de una nueva forma de existencia en la dimensión celestial.

El Señor Jesús lo prometió: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.“(Juan 3:36).

Basta tener fe. No olvidar que –por encima de lo que opinen quienes nos rodean—hay una oportunidad. Es pasar por siempre en la presencia de Dios.  ¿Qué se necesita? Que le abra su corazón al Hijo de Dios y le acepte como su único y suficiente Salvador. ¡Tome ahora mismo ese seguro por la eternidad...!

Cuando Cristo mora en nuestro ser, la perspectiva sobre la muerte cambia y la miramos como un paso maravilloso a la eternidad con Dios…

Si tiene alguna inquietud, por favor, no dude en escribirnos a pastorfernandoalexis@gmail.com o llamarnos al (0057)317-4913705.

© Fernando Alexis Jiménez

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