Si las heridas del alma no reciben tratamiento adecuado, se infectan, se inflaman, provocan más dolor; enferman el espíritu, contaminan al resto, se dispersan y contagian a otros.
La obra de sanidad que Dios hace en la vida de sus hijos es un proceso. Hay que esperar. A veces no es fácil, pero hay que esperar. Dejar que el Señor haga su obra. Muchas personas no dejan que Dios sea Dios.
Cuando Dios restaura a alguien, sea una familia, un matrimonio, una persona, lo que Él restaura siempre se mejora, crece, se multiplica y, sobre todo, supera el estado de arreglado.
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