Sembremos gracia y no juicio

Texto: Romanos 2

¡Qué poderoso libro, tan lleno de revelaciones es la carta a los romanos! ¡Cuán grande es el amor de Dios y su misericordia! La gracia de Dios no nos da lo que merecemos sino lo que necesitamos. La gracia es el acceso a un potencial espiritual del que no éramos dignos de recibir.

Como para repasar la clase anterior, es bueno recordar que esta epístola del apóstol Pablo ha sido de muchísima inspiración a quienes la estudiaron. Y muchos de ellos, tales como Lutero o Juan Wesley vivieron luego un despertar espiritual en sus vidas y luego en sus comunidades.

Hoy Dios quiere darte ese mismo fuego y esa misma pasión. Y para ello es que tenemos que rendirle nuestro corazón para que pueda purificarnos y hacernos contenedores de su presencia.

Un paño negro que nos ayuda a ser renovados por Dios
Tal como vimos la clase pasada, en el capítulo 1 se detalla el comportamiento de quienes, sabiendo de la existencia de Dios, viven ignorándolo. Sin embargo hoy nos centraremos en quienes también conocen de Dios e intentan llevar una vida ordenada, pero aún así están equivocando el camino.

Todos necesitamos la salvación
Tanto los rebeldes que se apartaron y que se entregaron a pasiones vergonzosas, llenos de impiedad e injusticia, como así también los respetables y los religiosos que intentan cumplir los ritos y tradiciones creyendo que esto es lo que le agrada al Señor.
Todos están bajo el castigo de Dios. Es por eso que todos necesitamos de la obra redentora de Jesús, de la gracia.
Entonces vemos en Romanos 2:1 que este grupo de gente no es la que resiste la verdad, no es la injusta o inmoral sino que le habla a gente que trata de hacer el bien. Aun ellos necesitan el perdón de Dios y la salvación.
Puntualmente, de lo que habla el apóstol es que la debilidad de este segundo grupo tiene que ver con verse más espiritual y con derecho a juzgar a otros. Lo cual es tan pero tan común hoy en día que cada uno de nosotros debería analizar sinceramente si no es nuestro caso también.
El pecado de juzgar es uno de los peores errores. Tiene que ver con el pobre que critica al rico y el rico que juzga al pobre. Con la queja a los gobernantes o familiares, jefes o pastores. Es más, algunos se intentan excusar diciendo: “Yo no critico, solo digo la verdad, la pura realidad”.
Sin embargo, la única diferencia con lo que está enseñando el apóstol, es la semántica. Este es un problema tremendo en la humanidad.
El juzgar a otros no es discriminación u opinión sino que es condenación
El juzgar no significa simplemente discriminar o señalar sino más bien condenar o sentenciar. Cuando juzgas la conducta de otro, lo que haces es condenarlo a la opinión de los demás. Es sacar una conclusión evaluando solamente el accionar, creyendo entender las motivaciones y las intenciones de otro y provocando que los que te oyen ya no miren a esa persona como antes. Y aunque uno crea que está en lo correcto, el único que conoce los corazones es Dios.
Uno juzga según la apariencia, y siempre se equivoca, puesto que solo Dios juzga la verdad.
Todos necesitamos el toque del Señor. Si sientes que no eres tan mala persona, que no le haces mal a nadie… entonces este sermón es para ti.
¿Te excusas a ti mismo?
Una de las características de quien juzga a otros es que se excusa a sí mismo. Esto es típico de la naturaleza humana pensar que todo el mundo hace mal, menos uno mismo. La peor clase de orgullo es el espiritual, y se refleja en aquél que dice “Gracias Señor porque no soy como esa persona”. Todos mientras juzgamos a otros tratamos de minimizar nuestros errores. Es cuando decimos: “Yo no murmuro, sino que comparto una preocupación” o “No soy crítico… soy observador” o “No soy perezoso, soy tranquilo” o “Yo nunca llego tarde… sino que otros me demoran” o “No soy negativo, soy realista”. Y siempre terminamos excusándonos por nuestras debilidades, tratando que nos vean menos culpables.
Pero cuando nos sinceramos delante de Dios es cuando podemos reconocer su obra maravillosa en nuestra vida y podemos valorar y adorar con pasión y agradecimiento a Señor por su misericordia.
Todo aquél que juzga a otros, se está equivocando porque solo el juicio de Dios es justo. Y la medida que usa es su percepción de sí mismo, lo cual es sumamente subjetivo, por supuesto. Dios juzga según la verdad. Inclusive a veces juzgamos en otros lo que nosotros mismos no tenemos resuelto; como por ejemplo el orgullo o la violencia de otro, cuando nosotros mismos tenemos problemas con nuestro carácter.
Todos somos deudores de Dios y necesitamos de su gracia para ser salvos. Los que lo saben y los que creen que no lo necesitan: todos.
El que juzga, malinterpreta la bendición de Dios
Si eres una persona respetable no es para sentirte mejor que los demás sino que es para que ayudes con amor a los que necesiten de tu apoyo. Es como dice el versículo 4 de este mismo capítulo. La paciencia que ha tenido Dios para ti, es lo que debes darle a los demás. Hemos gozado de la máxima expresión de amor de Dios, ¿Cómo ser crueles e impacientes con otros?
Y si vemos en el versículo 5, el que juzga sin piedad, lo que recogerá en el futuro es más juicio contra sí. Hoy podemos decidir, o atesoramos gracia o atesoramos juicio. Si somos críticos, cosecharemos críticas, en cambio si tenemos un corazón lleno de amor, eso es lo que recibiremos de las personas.
En San Juan 7:24 vemos que el otro Apóstol enseña que es malo juzgar según lo que perciben los sentidos puesto que es muy relativo. Y en 1 Samuel 16:7 el Señor nos enseña que solo Él es quien conoce el corazón.
Por tanto, no cometas este error tan grande que no trae bendición en absoluto. Por el contrario, deja que Dios sea el que saque todo a luz cuando fuere el tiempo justo.
En Colosenses 2:16 acentúa lo mismo con respecto a no juzgar por las apariencias o las costumbres de la persona. La espiritualidad no se mide por un tipo de vestimenta, o por una apariencia.
Y aunque en cualquier lado podamos encontrar críticas, ahora más que nunca, con tantas reuniones familiares y sociales por delante, es cuanto más debemos cuidarnos de no caer en esta falta.
No tomes el cargo de Juez puesto que ese rol solo le corresponde a quien puede conocer las intenciones del corazón de cada uno. Evita manchar el testimonio de otra persona haciendo que los demás comiencen a verla diferente. Tu crítica no está basada en la verdad porque solo Dios juzga según la verdad.
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” Efesios 4:29
Deja como dice 1 Corintios 4:5, que Dios sea el que saque a luz lo que esté oculto y pida cuentas de cada acto y palabra, cuando sea el momento.
Es importante que cuidemos nuestra iglesia, familia, etc… Sigue alabando al Señor por todo y espera en Él. Dios conoce tu corazón y si alguien ha estado hablando mal de ti, no te preocupes. Deja que Él te sane con su Espíritu Santo y cure cada herida. ¡Hoy eres libre de toda cadena y toda maldición que cargabas en tu corazón! Déjalo en manos de Dios.
Guarda tu corazón porque Dios quiere que seas receptor de su gloria! Es tiempo de entregarle tus culpas y errores y dejar de hacer cosas indebidas. Prepárate para un nuevo mover de Dios!
Declárale tu necesidad, tu dependencia, pide misericordia y deja qu la sangre del Cordero te limpie y te santifique llenándote de su eterno amor. Por Claudio Freidzon

1 comentario:

SADRAC dijo...

CREO que fue muy la reflexion sobre el juzgar a los demas hoy en dia ya nadie predica sobre eso y muchos temas mas hoy se oye mensajes de levantar el animo antes redaguir a las vidas paran que tengan una vida solida. DIOS LES BENDIGAN.AMEN.

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