El hambre espiritual

¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? - Isaías 55:2.

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre.- Juan 6:51.

En Europa occidental hoy en día es muy raro que alguien muera de hambre. En cambio, los medios de comunicación masiva a menudo se hacen eco de enfermedades debidas al consumo de alimentos contaminados o adulterados. Por eso los productos llamados «bio» tienen cada vez más éxito en los consumidores preocupados por su salud física.

Si es importante cuidar la calidad de los alimentos que comemos, es igualmente indispensable cuidar la alimentación de nuestra alma: –Primero, es necesario eliminar lo nocivo: lecturas, películas inmorales…, pero también discursos o escritos de aquellos que adulteran la Palabra de Dios (2 Corintios 2:17).

–El aspecto negativo no es suficiente; también conviene alimentar nuestra alma con la verdad. La Palabra de Dios es verdad (Juan 17:17). Así como alimentamos nuestro cuerpo cada día, Dios nos recomienda que leamos su Palabra diariamente. Pidámosle en oración que esta lectura sea asimilada, para que “crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:14-15).

¿Sería la lectura de la Biblia para mí una obligación ritual y aburrida? Al contrario, si tengo una buena relación con Dios, busco en su Palabra lo que le agrada. Si pongo sus enseñanzas en práctica, él se revelará y podré decir con el autor del Salmo 63: “Será saciada mi alma, y con labios de júbilo te alabará mi boca” (v. 5).

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